martes, 25 de marzo de 2014

Inventos chinos: La ballesta

La principal fuente de evidencias arqueológicas sostiene que fueron desarrolladas en el Este de Asia, más precisamente, en la antigua China. Una de las primeras referencias textuales a las ballestas se encontró en las obras de los seguidores de Mozi y de Sun Tzu, en el El arte de la guerra, escrito entre 500 a. C. y 300 a. C.

La cuerda vegetal o de tripa trenzada original fue reemplazada por alambre y finalmente por fibras sintéticas en las versiones deportivas actuales. La primitiva flecha de vara vegetal fue sustituida por una saeta corta y metálica, capaz de perforar las corazas, y que es de carbono en las modernas. Se le agregó de forma perpendicular al centro del arco un carril acanalado en el que se alojaba la saeta y sobre el que se desplaza la cuerda impulsora o alambre.
Se lograba flexionar el arco metálico venciendo su potente resistencia con diversas maniobras; las primeras consistieron en poner el arco en tierra y tensar el alambre con ambas manos o el pie, hasta trabarlo en un gancho. Más tarde se montaron mecanismos ("armatostes") diversos sobre el carril central. El más exitoso y usado fue el tensado mediante torniquete a manivela. El alambre, poderosamente tensado y sujeto por una traba, se disparaba con un gatillo.
Su potencia llegó a ser considerable en la versión más tardía y avanzada, con palas de metal (el proyectil metálico perforaba una cota de malla a 150 m). Sin embargo, ya las versiones más antiguas y menos potentes fueron armas muy usadas.
La ballesta se podía disparar cuerpo a tierra, a pie o a caballo, y no precisaba de tanta destreza como el arco para darle al blanco. Su lentitud de recarga era la gran desventaja: mientras el ballestero disparaba 1 saeta/min, en el mismo lapso un hábil y fornido arquero galés con su enorme arco de 1,80 metros lograba disparar 10 flechas, a casi 300 metros de distancia.

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